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Llevamos décadas luchando contra el cáncer. Primero se descubrieron los tratamientos para matar las células como cirugía (quitando las células), radiación (quemándolas) y quimioterapia (envenenándolas). Lo que ha funcionado en muchos casos, en otros no tanto y hay un sin número de efectos secundarios.

Años después, en los 90, se trabajó con la mutación de las células de cada tipo de cáncer con drogas, pero tampoco ha dado grandes resultados ya que no se logran controlar todas las mutaciones existentes.
Hoy en día, la Medicina Funcional, descubre la tremenda implicancia de la calidad de vida para evitarlo y controlarlo.
La insulina es la hormona metabólica, el sensor de nutrientes. Esta hace crecer la células. Cuando consumimos procesados, carbohidratos refinados y azúcar estamos amplificando la respuesta a la insulina (híperinsulinemia) por lo tanto dando paso a que las células cancerígenas crezcan. En definitiva el azúcar es el alimento favorito de estas células. Así también el comer seguido promueve todo esto. Las células cancerígenas siempre quieren crecer.

Ayunando, comiendo saludable sólo 2 o 3 veces al día, logramos mantenerlas hambrientas y desnutridas.

La genética es sólo la semilla, no la alimentemos.